A menudo se dice que los norteamericanos consumen muchas grasas, pero tanto en los Estados Unidos como en otras partes del mundo, mucha gente no toma suficientes grasas buenas. Aunque se ha demostrado que el consumo de una dieta rica en grasas saturadas y trans eleva los niveles de colesterol LDL o colesterol “malo” y aumenta el riesgo de enfermedad coronaria, los alimentos con un alto contenido en PUFA, especialmente las grasas omega-3, son fundamentales para gozar de una buena salud. Por eso, si se intentan evitar las “grasas malas”, es importante no prescindir también de las grasas “buenas”. Pero, ¿cómo puede distinguir unas de otras?
Las grasas buenas
- Hay dos tipos de PUFA: los omega-6, que se encuentran principalmente en los aceites vegetales como el de cártamo, girasol, maíz, linaza y colza, y los omega-3, más concretamente el DHA (ácido docosahexaenoico) y el EPA (ácido eicosapentaenoico), dos PUFA de cadena larga que abundan sobre todo en el pescado graso, y el ALA de cadena corta (ácido alfa-linolénico) que procede principalmente de fuentes vegetales como la linaza.
Las grasas malas
- Los ácidos grasos saturados están presentes principalmente en fuentes animales como la carne y las aves de corral, la leche entera o desnatada y la mantequilla. Estas grasas se deben consumir en cantidades reducidas.
Los ácidos grasos trans se encuentran en la manteca vegetal, algunas margarinas, tentempiés, galletas y otros alimentos elaborados con aceites hidrogenados o parcialmente hidrogenados. Estas grasas se deben evitar completamente.
La American Heart Association y las Guías Alimentarias del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) han reconocido que existe una asociación entre el consumo de estos PUFA, especialmente las grasas omega-3, y una salud del corazón óptima.